El acto de exaltación de Lluís Companys del Ayuntamiento de Barbará constituye un insulto a la memoria de las más de 8.000 víctimas de su régimen de terror
El pasado 15 de octubre los máximos representantes del Ayuntamiento de Barbará llevaron a cabo un acto que no por ser repetido en muchos otros lugares de Cataluña representa menos la infamia en que se ha convertido la falacia de la denominada “memoria histórica”. Se trata del homenaje al político Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña durante al II República, quien entre 1936 y 1939 perpetró el mayor genocidio de catalanes del siglo XX, al asesinar directamente, a través de la firma de sentencias de muerte -que al final hacía con sello para no cansarse la mano de tantas ejecuciones como signaba- o permitir el asesinato de más de 8.000 ciudadanos, muchos de los cuales fueron también horriblemente torturados. Los motivos de este auténtico holocausto catalán eran delitos como ser de derechas, no ser nacionalista, formar parte del clero o de órdenes religiosas, o simplemente sentirse español o profesar la fe católica. De esta forma Companys estableció un sistema de eliminación de seres humanos, perfectamente organizado y perpetrado desde el gobierno de la Generalidad, en razón de sus creencias y circunstancias personales, lo que constituye la definición misma de genocidio.
Los detalles del régimen de terror establecido por Companys y sus secuaces a partir de 1936 son tan espeluznantes que parece imposible que puedan llegar a ser cometidos por el ser humano. A título de repugnante ejemplo de la maldad inenarrable desatada por la Generalidad de Companys, está el caso de la Madre Apolonia Lizárraga, una monja navarra Carmelita de la Caridad que fue secuestrada por los milicianos a las órdenes del gobierno de Companys, torturada salvajemente en la checa de San Elías, aserrada viva en cuatro trozos y lanzada después a los cerdos para que devorasen sus restos. Unos cerdos con los que los torturadores y asesinos elaboraron después embutidos que vendían en los bares de la zona como “chorizos de monja”.
El lamentable acto de homenaje ha consistido en la colocación de una pancarta de recuerdo en la fachada del ayuntamiento y una ofrenda floral en la mal llamada plaza de Lluís Companys. Ofrenda que ha sido portada, con una impostada pose de dignidad institucional, por el alcalde de Barbará, Xavier Garcés, escoltado por los líderes de Esquerra Republicana de Catalunya, que apoya el gobierno del PSC, Podemos y miembros de otros partidos, como Plataforma Ciudadana por Barberà, además de representantes varios del ayuntamiento. A todos ellos se les deberían abrir las carnes, las conciencias y las almas por homenajear a un personaje que solo debe pasar a la historia como ejemplo de la degeneración moral y criminal a los que pueden llegar los poderosos sin escrúpulos.
Queremos creer que este acto denigrante, que es un auténtico insulto a las víctimas de Companys y a través de ellas a toda la Humanidad, se debe al desconocimiento que se tiene de la verdadera Historia de España, y en particular la de Cataluña, que se tiene en nuestra tierra. Ignorancia que, por otro lado, impulsan los propios políticos y partidos que han organizado el acto con un evidente sesgo partidista y sectario. Pero el sectarismo y el fanatismo no pueden ser jamás el sustento de ninguna sociedad auténticamente libre, porque no son más que el abono para que puedan volver a ocurrir crímenes masivos como los que perpetraron Companys y compañía. Y el hecho de que él mismo fuera asesinado por el franquismo no le exime de ninguna de las atrocidades que cometió.
Por ello, si los políticos implicados en este tétrico homenaje no se retractan de este acto, derogan cualquier exaltación pública de genocidas como Lluís Companys y retiran cualquier monumento en su honor, incluido el nombre de la plaza dedicada - y que desde ByB deseamos que lleve el Santísimo Nombre de la Virgen del Rosario, Alcaldesa Honoraria Perpetua de Barbará- no solo cometerán un acto de indignidad y de vejación a la memoria de las víctimas, sino que serán también cómplices morales de todos los crímenes que Companys y sus acólitos perpetraron y que sus herederos pretenden inmortalizar para oprobio, vergüenza y horror de todos los barberenses y personas de bien.
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