ByB
23 nov 2022
El PSC es el principal responsable de la dictadura nacionalista y el apartheid lingüístico-cultural que sufrimos en Cataluña
Entre las consecuencias del Golpe de Estado separatista de 2017, apoyado y proclamado por los partidos nacionalistas y los medios de comunicación públicos y subvencionados por la Generalidad, está el que ha hecho emerger a la superficie de la política catalana, y del conjunto de España, una corriente profunda que permanecía latente y solapada. Se trata de la responsabilidad y colaboración directa del Partido Socialista de Cataluña en la estrategia nacionalista para desligar los lazos de todo tipo (históricos, culturales, lingüísticos, sociales, políticos o emocionales) que unen a los catalanes con el resto de españoles. Hasta esa fecha, aún había muchas personas en Cataluña que se sentían plenamente españolas y con una tendencia política de izquierda moderada, que consideraban el PSC como un partido constitucionalista que ejercía un contrapeso al nacionalismo separatista y excluyente -y en algunos casos incluso violento y terrorista- que ha instaurado un régimen pseudodemocrático y de apartheid lingüístico en Cataluña en los últimos 40 años. Y eso a pesar de las evidencias de que durante todo este tiempo el PSC ha sido un factor clave para instaurar, promover y aprobar las principales normas discriminatorias, anticonstitucionales e hispanófobas que son la base del sistema nacionalista.
Las agresiones nacionalistas defendidas o promovidas por el PSC incluyen la discriminación lingüística con la prohibición del español como lengua también vehicular en la educación, aprobando la prohibición del 25 % de castellano establecida por la Justicia; las multas a los comerciantes que rotulan en español o la exclusión del castellano como lengua de comunicación pública de los ayuntamientos, entre los que se encuentran los de Barbará y Badía que únicamente, por ejemplo, editan en catalán las revistas municipales. A ello cabe añadir la manipulación histórica, como el establecimiento de la diada del 11 de septiembre, que conmemora la mentira de una falsa guerra de secesión de Cataluña del resto de España, cuando en realidad fue una guerra civil de todos los españoles por un conflicto de sucesión dinástica. Más reciente, pero de enorme gravedad, son los actos de homenaje en Barbará, encabezados por el alcalde Xavier Garcés, a un genocida como Lluís Companys quien, además de responsable directo de miles de torturas y asesinatos en Cataluña, fue autor de un golpe de Estado contra la II República que el PSC tanto dice defender.
Sin embargo, la tradición socialista tanto de buena parte de los millones de catalanes que llegaron de otras regiones de España, como de catalanes ya establecidos y que se consideran españoles en su inmensa mayoría, ha mantenido el elevado voto del PSC. Un hecho del que este partido, cada vez más abiertamente nacionalista, se ha aprovechado ampliamente. La estrategia ha sido, en realidad, la misma que consiguió llevar al nacionalismo clásico, el de la antigua CiU, al poder. Y esto es: decir una cosa y hacer otra. Defender aparentemente el bilingüismo, especialmente en época electoral o preelectoral, como la presente, para usar el castellano como anzuelo de los mismos electores a los que después el PSC y sus socios nacionalistas multan por rotular sus comercios en español o a los que se les impide recibir escolarización también en castellano. Una práctica que no es solo mentirosa y manipuladora en las formas, sino también profundamente cínica en el fondo.
Y es que la principal diferencia entre el PSC y sus socios de ERC o Junts, es que estos partidos separatistas al menos expresan abiertamente su intención de imponer una sola lengua, de implantar su ideología nacionalista y de romper nuestra auténtica Nación, que es España. En cambio el PSC oculta esos objetivos en aras de conseguir los votos que jamás votarían por destruir nuestra Nación y nuestra Democracia. Y lo hace con el cinismo de las élites que, en realidad, se ríen de sus propios votantes, a los que en el fondo consideran inferiores nacional, cultural y lingüísticamente. Lo que en realidad es un rasgo propio de la extrema derecha, porque el nacionalismo, se disfrace como se disfrace, se llame como se llame, proclame lo que proclame, siempre es y será pura y dura extrema derecha.
Y el PSC demuestra una y otra vez su verdadero rostro al pactar, por ejemplo, en Barbará con un partido nacionalista como ERC, cuando tenía la opción de hacerlo con otros partidos constitucionalistas como Ciudadanos, o se asegura el control de la Diputación con un pacto con Junts X Catalunya. Partido al que, por cierto, pone alfombra de terciopelo para que uno de sus diputados imputados por desobediencia ofrezca una diatriba contra el Estado español en un espacio público municipal, o sea en un espacio del mismo estado que tanto odia y quiere destruir. Por no hablar de las pancartas nacionalistas, e incluso abiertamente racistas, que han colgado en lugares céntricos de Barbará durante meses sin que las brigadas municipales, o la Policía Local, controlada por el PSC haya hecho nada para retirarlas. Es decir, el PSC pacta con los dos principales partidos responsables del Golpe de Estado del 2017, y que ya están anunciando que repetirán el asalto golpista a nuestra Democracia, con la inestimable ayuda de Pedro Sánchez y el PSOE, que está legislando a favor de los separatistas para continuar en el poder a cualquier precio, aunque sea a costa de la ruptura de España y de la eliminación definitiva de los derechos de los catalanes no nacionalistas.
Por todo ello, es hora de decir alto y claro que la dictadura nacionalista y el apartheid lingüístico-cultural que sufrimos en Cataluña en las últimas décadas, es en buena parte responsabilidad y voluntad directa del PSC. Un partido que ha dejado hace tiempo de ser, si es que alguna vez lo fue, el partido de izquierda moderada y española que muchas personas aun creen que están votando para quitarse la careta definitivamente y mostrar su auténtico rostro de Partido Separatista de Cataluña. Y con el agravante que lo hace de forma artera y solapada, con engaños, con un ignominioso cinismo, porque se ríen de los mismos votantes que a los que, en el fondo, desprecian y consideran dignos de ser engañados. Por eso no sólo es el Partido Separatista de Cataluña, sino el mayor Partido Separatista de Cataluña, en primer lugar porque es el que más representación ostenta a costa de los votos de los catalanes que son y se sienten españoles, que son, no lo olvidemos nunca, la mayoría de los catalanes y aún más la inmensa mayoría de los ciudadanos de Barbará y Badia. Pero también porque, como dijo Joan Tardà, capitoste de ERC, el PSC es el partido que tiene la función de “normalizar el independentismo”. Una función que, de hecho, ya está recogida en los mismos estatutos del PSC que dicen, entre otras lindezas que el PSC “lucha por conseguir los derechos nacionales” de Cataluña, es decir, exactamente lo mismo que dicen, no solo ERC y JuntsxCat sino hasta los violentos proterroristas de la CUP.
La novedad, por tanto, del próximo Golpe de Estado separatista que ya se está fraguando, con la complicidad indispensable del PSOE, es que aún más que ERC, Junts, CUP y demás adláteres de la conjunción nacionalista-socialista, como el amalgama Podemos-Comunes-Comunistas, el PSC será el partido clave para arrastrar al separatismo a los millones de catalanes que no quieren de ninguna manera que se rompa nuestra Nación, nuestra Democracia y nuestro Estado de Derecho. Y el que no logre su propósito está en manos de los votos de los ciudadanos comprometidos con España y los derechos constitucionales, especialmente en municipios como Barbará y Badia que deben situarse en la vanguardia contra la alianza de la extrema derecha nacionalista, xenófoba y antiespañola, y la izquierda pseudoprogresista y aun más hispanófoba, precisamente porque lo ocultan, que abandera el Partido Separatista de Cataluña.